La vida es comunicación. Vivimos entre redes, interacciones y emociones. Hay frases cotidianas que nos recuerdan la importancia del anuncio como una expresión comunicativa y social. Niño que no llora, no mama… quiere decir que si no anuncias lo que deseas, no lo obtendrás. Cuando el río suena piedras trae… o también se dice, cuando el río suena agua lleva… en ambas versiones significan que los rumores siempre tienen sus certero fundamento. Y la última, la más explicita… Lo que no se anuncia, no se vende… por supuesto esta expresión no necesita ser explicada, está más clara que el agua.
¿Cuál fue la primera publicidad de la historia?
Muchos dicen que se trata del Papiro de Shem, con más de 5000 años de antigüedad, el cuál anunciaba con elogio publicitario un producto y se proponía una recompensa.
Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor, éste invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de robusta complexión y ojos castaños. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca de su paradero. A quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejen las más hermosas telas al gusto de cada uno, se le entregará una pieza de oro.
Puede que el papiro de Shem sea el primer anuncio escrito, sin embargo, el anuncio de voz ya existía gracias al comercio y a la necesidad de los comerciantes y productores de vender sus productos.
Se dice que la publicidad es tan antigua como el comercio. La publicité, como se dice en Francia, ha sido por siempre la más efectiva herramienta para anunciar servicios, precios, garantías y todo tipo de tratos entre comprador y vendedor. En el mundo de los advertising (del ingles anunciar, anunciarse, o más literal, advertir en observación) hay una certeza: Si no te muestras, no existes, si no presumes, tampoco impactas, si no insistes, jamás convencerás a nadie.
La meta: ¡vender más y más!
Si la curiosidad mató a un gato, pues gracias a la publicidad todos los demás se salvaron al ver el anuncio de peligro. La publicidad alerta, propone, seduce, la publicidad nos salva en la vida comercial, sobre todo si no es una publicidad engañosa. Si no se anuncia un producto, no habrá venta, eso está claro.
Un amigo suele decir que a él le basta con poner sus frutas en canastas sobre las mesas en la feria y un papel escrito con los precios. La visualidad, la exposición, el ambiente comercial, el producto en si y por supuesto la información escrita hacen la más básica forma de anuncio publicitario.
En el universo de la comunicación, el anuncio publicitario posee una meta muy clara: ¡Ventas! Para alcanzar este propósito, lo que se vende, sea un producto o un servicio, necesita mostrase con todas sus características. Claro está, también hay que presumir con los beneficios y las garantías. Apliquemos este concepto elemental y seductor al papiro de Shem.
Contexto publicitario y anunciante: Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor (ya se anuncia como productor de tejidos)
Trato comercial: éste invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de robusta complexión y ojos castaños. (en esta línea de desata la curiosidad por saber a cambio de qué…)
Recompensa menor: Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca de su paradero. (¿y si lo capturo?)
Recompensa mayor con publicidad de producto incluida: A quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejen las más hermosas telas al gusto de cada uno, se le entregará una pieza de oro.
Anuncios para todos
La huida del esclavo fue una oportunidad perfecta para anunciar un trato con recompensa y un local donde se producían los tejidos más hermosos según el encargo de los clientes. No sabemos si el esclavo fue devuelto. Lo que si sabemos es que estos presupuestos de publicidad son las bases elementales de la publicidad de hoy y las estrategias de ventas.
Si nosotros somos una agencia de publicidad y necesitamos anunciarnos, entonces tú también lo necesitas.